El hotel en General está muy bien, pero siempre hay “PEGAS”. La habitación que me tocó tenía la taza del vater suelta (que para hacer cualquier necesidad sentado tenías que hacer equilibrio porque sino te ibas de lado), hasta en 5 oportunidades tuve que ir a recepción y dos días para poderlo solventar, ya que no me ofrecieron cambiarme de habitación. Solicité la llave de la caja fuerte que está en la habitación y había que rezar un credo y dos Padres Nuestros para poder sacar la llave al cerrarla ya que me imagino tenía tanto óxido que la llave no salía… se lo reporte a recepción al mismo tiempo que lo de la taza del vater y pasaron de ello… En cuanto al desayuno al parecer es una cafetería que no tiene nada que ver con el hotel, la comida no está mal, pero no hay nada de variedad, así que no esperéis más y para que repusieran la comida había que esperar un montón porque ponen muy poco y tienen que reponer todo el rato. No te ponen ninguna tapa si vas a tomarte lago por aparte, en nuestro caso fuimos a tomarnos unas cañas y ni aceitunas o patatas nos pusieron, muy cutres y ratas. Y para finalizar te cobran 6€ diarios por una mini plaza de parking que no caben dos coches pero ellos tienen delimitados con rayas en el suelo dos plazas por columna y es casi imposible aparcar dos coches, aparqué un día mi coche en una mini plaza y me hicieron un desconchón en la puerta porque es imposible salir sin hacerlo y por supuesto ellos no se hacen responsables.